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Hwang bajo la sombra de un pino Mediterráneo. Barcelona, jardín botánico, mayo de 2009.

Hwang es la profesora de coreano de Jose. Es una mujer muy peculiar, con la actitud estricta que se observa en el mundo zen pero con un nivel de vida muy elevado. Una paradójica mezcla –aunque, pensándolo bien, quizás no tanto-.

Duerme muchísimo -a las 20’00 horas ya ha cenado y se levanta a las 5 de la mañana-. A las 13’00 horas ya ha almorzado y se acuesta hasta las 16’00. A las 17’00 comienza sus clases. Es una excelente profesora.

Recuerdo perfectamente el día en que nos invitó a cenar y luego nos paseó con su coche por la noche de Barcelona. Era invierno y yo me moría de vergüenza al ver que la gente nos miraba con especial curiosidad dado que el automóvil era de altísima gama y lo había dispuesto en posición descapotable. Tenía los asientos de –exquisita- piel además de unos impresionantes revestimientos acabados en madera. Y llevaba calefacción en cada sillón. Para ella todo aquello resultaba de lo más normal (yo ni siquiera sé el modelo de coche, lo siento).

En cualquier caso, Hwang es una mujer muy elegante que siempre lleva un aspecto cuidadísimo. Sus trajes tradicionales coreanos son de unas sedas lujosísimas y de un tacto maravilloso.

Su control del cuerpo -yoga y dieta estricta- hicieron que posara para esta imagen sin problemas en una postura francamente difícil. Y eso que la sesión duró horas e hizo un calor enorme.

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