Antes que nada deseo aclarar que toda exposición colectiva que yo dirija presentará de forma obligatoria tres aspectos fundamentales. En primer lugar una nómina de autores/as jóvenes iniciando sus carreras (o a mitad de ellas), nunca me han interesado (como comisario) los consagrados/as.
En segundo lugar, en mis exposiciones colectivas siempre se podrá contemplar un proyecto completo de cada uno/a de los/las autores/as seleccionados/as. Es decir, no concibo una muestra colectiva en la que se presentan muchos autores/as y cada uno/a de ellos/as participa con una sola foto (o un par de ellas) por cabeza (generalmente todas reunidas en la exposición final por un tema común). No. No me gustan nada ese tipo de planteamientos curatoriales porque en ellos no se puede evidenciar ni valorar la autoría de cada artista presente en la muestra. Yo no soy comisario de fotografía ‘artística’ (nada más lejos), lo soy de fotografía de autor. Necesito presentar proyectos, no fotos (por muy espectaculares que pudieran ser éstas -ésas que se entienden/denominan habitualmente como ‘fotones’ o ‘fotazas’-). Por tanto en mis muestras colectivas hay pocos autores/as en nómina porque cada uno/a de ellos/as presenta un proyecto desarrollado de forma suficiente (y ello requiere espacio físico en sala o una gran sección audiovisual -como hice con ‘Un Cierto Panorama’-). Y aunque sea una lista reducida de autores/as, nunca presento el esbozo de varios proyectos (diferentes, pues) de cada uno/a de ellos/as. Tampoco me interesa eso. Lo que presento es un -sólo- proyecto completo por autor/a.
En tercer y último lugar, en cada muestra colectiva que yo organice haré una selección final de autores/as y de obra en la que el espectador pueda hallar un cierto flujo de afinidades entre los diversos proyectos presentados en sala. La idea es hacer una exposición colectiva pero en la que no nos encontremos con una simple exhibición de una decena de trabajos completamente ajenos entre sí e independientes. Es evidente que la riqueza de una muestra colectiva reside en su visión múltiple, diversa y variada de la creación fotográfica contemporánea pero también lo es –evidente, al menos para mí– que la misión de un comisario/a es la de gestar una sinfonía de proyectos que, pese a su independencia de planteamientos, temáticas y formas, no se relacionen en la sala de una manera excluyente entre sí. El objetivo que me planteo siempre es que cada espectador/a pueda iniciar un recorrido que le permita ir transitando de forma nada abrupta entre los diferentes géneros y temáticas presentadas, eso es lo que finalmente me conduce a la selección última (a la nómina última) de autores/as presentados/as.